Coaching

12 Silvia Navarro DOCTORA EN PSICOLOGÍA Silvia Navarro Ferragud Sanciones A todos nos cuesta cumplir determinadas normas por co- modidad o propio interés; a los niños también. Para ayu- darle a autorregular su comportamiento y controlar sus emociones, además de marcar límites, puedes aplicar san- ciones si decide saltarse las normas. Pero no todo vale: • Las sanciones deben ser claras y predecibles. El niñ@ debe saber previamente qué consecuencias conlleva el incumplimiento de las normas. Por ejemplo, no hacer las tareas escolares conllevará que durante el fin de semana no podrá ver la TV. • Las sanciones deben ser proporcionadas, no prolongarse en el tiempo y tener un sentido reparador del daño causado. Con frecuencia se piensa que si los castigos “duelen” serán más efectivos y se garantizará que no se repita cierta con- ducta. Pero cuando se castiga a los niños de manera doloro- sa (un golpe, gritos, insultos) provocamos culpabilidad, tris- teza o rabia. Estos sentimientos no les permiten reflexionar sobre el daño causado, ni les muestran una alternativa para reparar su error. Por ejemplo, una niña que golpea a su her- mano puede ser sancionada haciendo que ayude a curar la herida y después que ayude a su hermano en alguna tarea que a ella no le agrade, o hacerle un favor especial. Esto permite que la niña que ha agredido se sienta mejor por ayudar a quien lastimó, en lugar de bloquearse o po- nerse a la defensiva si el adulto le grita, le pone en ridículo o le da un cachete. • Se deben aplicar inmediatamente y de manera consis- tente. En las familias con dos progenitores, es importante que ambos estén de acuerdo tanto en las normas como en las sanciones, en su contenido y duración. Si no respetan entre ellos las decisiones que adoptan, el niño no tomará en serio a sus figuras de autoridad. Si todo queda en la amenaza, la sanción pierde su valor educativo, corrector y los niños aprenden que salirse con la suya es más rentable que asumir responsabilidades. • Las sanciones deben establecerse y aplicarse cuando todos estemos serenos y los padres podamos mostrar y mantener una actitud tranquila pero firme. 4. consecuencias del uso de la fuerza en la crianza de los niños y niñas ¿Aún no te convencen nuestros argumentos? La agresivi- dad, la violencia o el uso de castigos físicos y humillantes generan en los niños sentimientos de inferioridad, rabia, baja empatía, así como repetición de patrones agresivos. El castigo físico y humillante influye en la salud mental y la experiencia de la felicidad a largo plazo, con unas conse- cuencias psicológicas perjudiciales para los niños y las niñas. Consecuencias del castigo físico y humillante en los niños y las niñas • Provoca sentimientos de soledad, tristeza y abandono, y aumenta el riesgo de desarrollar depresión en el futuro. • Daña su autoestima, genera un sentimiento de poca valía y promueve expectativas negativas respecto a sí mismo. Les hace sentir rabia y ganas de alejarse de casa. • No aprende a cooperar con las figuras de autoridad, aprende a someterse a las normas o a transgredirlas. • Puede sufrir daños físicos graves. Cuando alguien pega se le puede “ir la mano” y provocar más daño del que es- peraba. • Incorpora a su forma de ver la vida, una visión negati- va de las demás personas y de la sociedad como un lugar amenazante. Consecuencias del castigo físico y humillante en los pa- dres y madres • El castigo físico o humillante puede producir ansiedad y culpa, incluso cuando se considera correcta la aplicación

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