Coaching

11 Silvia Navarro DOCTORA EN PSICOLOGÍA rar que nuestros hijos se comporten de manera diferente a como lo hacemos nosotros, somos sus guías y referen tes, tanto en lo bueno, como en lo malo. Podemos ofrecerles el mejor ejemplo con la manera en que les educamos, les guiamos y protegemos: con respeto, diálogo y confianza mu- tua. Normas y l ími tes : cómo y cuándo Lamayoríadelaspersonassienteciertaresistenciahacia las normas impuestas, aquellas que se deciden sin tener en cuenta su opinión. Por el contrario, cuando la gente participa activamente en una decisión o en una norma que les afecta se sientenmásmotivados a cumplirla. Los adultos debemos guiar este proceso y tratar de llegar a acuerdosjustosparanosotrosyparalosniños.Estonoes lomismo que dejar al niño imponer su voluntad, pero las normas sepuedendiscutir y consensuar: • Todos los miembros de la familia deben tener claro que las normas se establecen porque son útiles para la convivencia familiar, el bien común (ayudar en las tareas de la casa, no estropear los muebles) o indivi- dual (hora de aseo e ir a la cama, hacer los deberes). • Las normas deben tener un motivo e ir acompañada de una explicación clara, tanto para el adulto, como para el niño. Debes utilizar un lenguaje sencillo y adaptado a la edad del niño o la niña. Es necesario asegurarse de que comprenden tanto la norma (qué hay o qué no hay que hacer) como el porqué. • Las normas deben estar adaptadas a la edad del niño o la niña y hay que enseñarles cómo hacer para cumplirlas. Es necesario supervisar y tomar precauciones si algunas tareas impuestas implican riesgos para ellos. • A partir de los 5 ó 6 años se pueden dialogar y pactar las normas y límites. Hacerles participar en el establecimiento de normas y límites estimula la capacidad de decisión de los niños, les hace sentirse importantes y facilita su de- sarrollo social y el sentido de la responsabilidad. Además aumenta su disponibilidad y motivación para cumplir los acuerdos. • Es necesario elegir un buen momento para establecer las normas. No es útil poner normas cuando esté entretenido con otras cosas (jugando, viendo la tele) o cuando esté enfadado o nervioso. Tampoco debes hacerlo cuando tú mismo estés nervioso, cansado o enfadado. • Las normas deben establecerse en un ambiente de ca- riño e interés por el niño o la niña. Si en un momento de nervios gritas a tu hijo o hija sin haber explicado bien lo que debía hacer, pedirle disculpas y de- cirle que no volverás a hacerlo es una buena manera de guiarle mediante tu ejemplo. Si se lo explicas bien y eres consistente, el niñ@ puede entender que pones normas y límites porque le quieres. • Las normas no deben ser excesivas. Cuando el niño o la niña tiene muchas normas, posiblemente no pueda cum- plirlas todas y se sienta presionado. Necesitan tener tiempo para descansar y jugar, pues es imprescindible para su desarrollo, además de un derecho de la infancia. Ofrécele alternativas a las limitaciones o prohibiciones, los niños no pueden desarrollarse en un ambiente en el que todo está prohibido.

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